martes, marzo 02, 2010

Confesiones

Un centro nuevo es una incógnita. Viene a ser como un nuevo hermano que viene a la familia y quizá alguno se sienta amenazado porque tiene que repartir. Es el síndrome del Príncipe destronado, que tan magistralmente perfiló Miguel Delibes.
A mí me gusta más colaborar que competir, pero...
El otro día me dijeron que un centro concertado en Parla está hecho con la intención de captar los mejores alumnos y dejar que los no tan buenos, los inmigrantes, los disruptivos... vayan a la enseñanza pública.
No hace falta irse muy lejos para ilustrar eso que dicen: lo hacen en su propia casa.
No hace falta ser muy observador para ver qué alumnos son los que reparten.
Lo cuento aquí, en mi cuaderno, para que conste.

1 comentario:

Rachida dijo...

MEGUSTADO TODO LO QUE HAS ESCRITO RACHIDA