viernes, febrero 04, 2011

Summerhill

Creo que existe una verdad que es absoluta: La gente feliz responde mejor a los retos. La gente contenta retroalimenta satisfacción y trabajar a gusto permite conseguir logros que de otra forma no se podrían conseguir. Y esto es universal, para grandes y pequeños, para profesores y alumnos, para padres e hijos, para todos.
Yo quiero un Instituto que aborde en serio los problemas a que nos enfrentamos, sin obviar ninguno. Trabajamos con chicos, y trabajamos para lograr de ellos que saquen lo mejor que tienen, para potenciar en ellos los mejores valores humanos y sociales, de convivencia y conseguir de ellos hábitos de trabajo y ponerles en situación de aprender lo más posible, respetando el estilo personal de enseñanza y de aprendizaje.
Estamos trabajando para limitar los comportamientos que no permiten lograr estos objetivos, y quizá alguno lleguéis a ser conscientes del esfuerzo que supone enfrentarnos con tantas situaciones de dificultad en la convivencia para conseguir que el ambiente del Instituto se viva como normalizado.
Pero no estoy satisfecho con los resultados de muchos alumnos, no conseguimos motivar su interés, ni su participación. Como en todos sitios.
Pero me pregunto: ¿como en todos los sitios? Si hay un centro que consiga interesar a más alumnos por su trabajo, motivar más su curiosidad, hacer que se sientan más valiosos, yo eso lo quiero copiar, descaradamente, copiarlo en mis clases, copiarlo en el Instituto, provocar el debate, la reflexión, la incomodidad, el posicionamiento, incluso el rechazo. No sería un buen director si me adocenara y me plegara ante la primera dificultad.
A Summerhill se ha referido alguien al comentar un vídeo de Ken Robinson (http://www.youtube.com/watch?v=6OkKRf4HrUA&feature=related) asimilando el monólogo de Ken Robinson a esa propuesta pedagógica. Yo no creo que sea así. Yo, por mi formación estoy lejos de las propuestas de Summerhill, y no comparto sus presupuestos russonianos ni creo en el buen salvaje ni en que la naturaleza humana sea buena por naturaleza, naturalmente. Pero sí creo que los alumnos deben ser mucho más protagonistas de sus aprendizajes y que las notas, sus notas, no las podemos considerar solo un fracaso suyo sino un clamor que nos envuelve a todos en un desierto intelectual poblado de aullidos y desazón.
Y no podemos mirar para otro lado.
Un abrazo.

1 comentario:

Carlos dijo...

Ahora que nos has hablado de este otro blog voy a estrenarlo dando un poco de cañita ;-)
Me pregunto si el alumno aplicado que hace sus tareas, sigue las directrices del profesor, aprueba los exámenes y, por tanto, algo habrá aprendido, no se considera protagonista de su aprendizaje. Yo creo que sí, que sí que ha sido protagonista.
¿Fracaso? ¿de qué? cuando se habla de fracaso a mi juicio habría que ir más al grano fino. Yo particularmente no creo que haya que cargar las tintas en la metodología. Una idea simple: tengo comprobado que el alumno que me sigue las clases y me hace las tareas me aprueba la asignatura. Luego, ¿por qué tengo que pensar que es la metodología la que hay que cambiar? ¿por qué tengo que pensar que mi método es un fracaso? ¿Por qué tenemos que cambiar todo un sistema por los alumnos perezosos?
Lo de que el alumno sea protagonista de su aprendizaje no deja de ser una frase bonita que encierra demasiados sofismas. Son muchos los intereses que a mi juicio están detrás de estas teorías, especialmente detrás de las nuevas tecnologías y de la web 2.0, de la que corremos el riesgo de tener un empacho sin entender lo básico (de nuevo lo básico, lo que se aprende pensando o con un lápiz y un papel): que son meras herramientas a las que nunca se les debería de dar el papel protagonista.
Además, un principio básico de la psicología adolescente es que los chicos están buscando constantemente los límites. Si nosotros no los tenemos claritos hemos perdido la primera batalla.