miércoles, septiembre 24, 2008

El ciprés de Silos

Confieso que es el primer soneto de Gerardo Diego que leí de estudiante, hace ya muchos años, y todavía resuena en mis tímpanos el eco de la soledad, el deseo de acercarme a él, la cadencia del gregoriano que he escuchado, con sus elevaciones, sus ascensos, su ligereza, su trascendencia.
Quizá hoy no me vendría mal dedicarme toda la jornada a salmodiar, en vez de vivir en el vértigo en el que he vivido este día.
Pero ya se ha pasado.
Ahora, nuevamente, resuena en mí la cadencia que me eleva, que me trasciende, que me separa del ceño fruncido y del gesto adusto, del enfado con el conductor de atrás que me aprieta y me pita, de la carrera agotadora del dia.



Este es el soneto:

Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.

Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.

Muy bueno para asociar palabras. Véamos algunas: sombra-sueño-estrellas-negra; firme-torre-isleño; lanza-saeta-flecha-arista; surtidor-chorro-mástil-vertical-cielo; soledad-isleño-mudo-fervor.

Junto con esa asociación bastante libre que nos sitúa en los campos de soledad, recogimiento, trascendencia, ascensión, religión (fe y esperanza), cielo, aparece la concreción: riberas del Arlanza. Este sitio lo encuentras. Está ahí, en Burgos, en el corazón de Castilla. Y gustar de él, del monasterio y de sus alrededores, es una experiencia a la que merece la pena acercarse.

Sin duda, Gerardo Diego ha sido el mejor publicista del monasterio benedictino de Silos y ha convertido su ciprés en un símbolo.

Chema.


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